Hola de nuevo a los lectores asiduos y nuevo hola para los que se estrenan. El post está a cargo de

Marina Gurría, Noelia Gómez, Rebeca del Río y Paula San Miguel, psicólogas en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica de CIPSA.

Te has oído a ti mismo diciendo: “estoy estresadisimo” o te han dicho: “no puedo quedar, tengo mucho lío, qué estrés”. En nuestro día a día escuchamos y decimos constantemente la palabra estrés. Pero, ¿sabríamos decir realmente qué es el estrés? El estrés actúa como un recurso propio natural con el que logramos adaptarnos al medio y a los cambios que se producen en él; se manifiesta como un estado de tensión física o emocional que se produce de forma automática ante situaciones o pensamientos que pueden percibirse como amenazadores, tediosos o desafiantes.

El estrés puede ser de varios tipos, estos se clasifican basándose en la fuente de origen de dicho estrés, como por ejemplo estrés laboral, estrés familiar, estrés académico, estrés médico, o estrés ocupacional. Existen también otros como el estrés agudo (el estrés más común) que aparece por las exigencias que el ser humano se impone, el cual en pequeñas dosis es bueno, y luego está el crónico, el cual es el más peligroso a largo plazo.

Normalmente cuando hablamos de estrés siempre lo hacemos desde una connotación negativa, pero ¿Podemos beneficiarnos del estrés? Sí, ha leído bien, beneficiarnos. Pues lo cierto es que sí. Es más, una cantidad de estrés apropiada es saludable y estimulante. Nos permite resolver un problema directamente, activar una mayor productividad, estimular nuestra creatividad, mantenernos alerta o fomentar la estabilidad emocional dando sensación de control de nuestros afectos tomando mejores decisiones en momentos clave. Hablamos de un estrés positivo, conocido como “eutrés”. Y es que la reacción derivada de esta situación que nos moviliza puede ser negativa (distrés) pero también positiva (eutrés). Por ejemplo, si nos cruzamos con un animal potencialmente peligroso, nuestro cuerpo se activará para poder reaccionar lo más pronto posible, lo cual nos beneficiará. Sin embargo, esto se vuelve un problema cuando no tenemos los recursos suficientes ni la capacidad para afrontar las demandas de la situación, lo que provoca un estado de sobrecarga general. Si este estado de sobrecarga se alarga en el tiempo puede generar problemas de salud física y mental.

El eutrés nos permite salir de nuestra zona de confort asumiendo ciertos riesgos que no son de naturaleza peligrosa para poder llegar a la autorrealización personal. A modo de ejemplo, sería el estrés que experimenta un atleta cuando está en la línea de salida de una competición deportiva; o sería el que se da en una situación de conducción de un vehículo bajo condiciones meteorológicas de lluvia y viento. En estos ejemplos es útil, al activar nuestro sistema nervioso para poder prestar más atención o funcionar mejor con cierto nivel de estimulación. El eutrés también puede ayudarnos a desarrollar resiliencia y adaptabilidad. Cuando nos enfrentamos a un desafío, nuestro cuerpo libera hormonas del estrés que nos preparan para la acción. Esto puede ayudarnos a superar obstáculos y encontrar soluciones creativas a los problemas. Aunque el eutrés puede tener beneficios, es importante tener en cuenta que sólo es beneficioso en dosis moderadas. Este estado no debe comprometer a la persona ni interferir en su vida cotidiana. Por supuesto, tampoco interferirá durante las actividades placenteras a las que habitualmente es aficionada la persona. De lo contrario, estaríamos hablando de distrés, lo que se conoce social y comúnmente como estrés.

Para que este estrés nos beneficie y se transforme en eutrés existen recomendaciones sencillas que cuentan con evidencia científica y se pueden realizar en el día a día. Por ejemplo, realizar ejercicio diario, para así mantener el cuerpo activo, dormir las horas recomendadas para que el cuerpo esté descansado y afronte mejor el día. También se pueden aprender técnicas de relajación y poner en práctica en momentos de estrés, realizar actividades que nos gratifiquen, controlar los pensamientos negativos y no dejarnos llevar por el catastrofismo y finalmente confiar en uno mismo y en sus decisiones.

Como siempre, un abrazo de 20 segundos para cada lector/a.

Marina Gurría, Noelia Gómez, Rebeca del Río y Paula San Miguel
Psicólogas en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA

Ángela Carrera Camuesco
Psicóloga Clínica y directora de CIPSA 

Imágenes: Created by Pexels ~  Pexels

 

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