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A pocos días de haberse celebrado el día internacional del orgullo gay, donde se reivindica la igualdad y el respeto de las personas con diversidad sexual, están saliendo a la luz diferentes casos de violencia homofóbica. Entre estos, el destacado caso de Samuel, un joven gay de 24 años que perdió recientemente la vida a causa de una de estas agresiones.

En base a estos sucesos, en la actualidad, se puede ver un importante movimiento social en contra de la homofobia bajo el Hashtag “#JusticiaParaSamuel”.

La homofobia es la “actitud hostil u odio irracional hacia los homosexuales, sean estos hombres o mujeres” aunque este término se utiliza para incluir también el odio a cualquier tipo de diversidad sexual.  Según Blumenfeld, la homofobia actúa en distintos niveles: personal (concepción de que las personas homosexuales presentan un trastorno psicológico y son inferiores a las personas heterosexuales); interpersonal (cuando el prejuicio afecta a las relaciones de este colectivo y supone una discriminación social); institucional (supone la discriminación a través de los órganos de gobierno, entidades religiosas, instituciones educativas etc.); cultural (concepciones y costumbres perpetradas en la sociedad que implican discriminación) , y moral (conjunto de normas y códigos  que tienden a discriminar e invalidar moralmente, cualquier comportamiento alejado de la “heteronormatividad”).

La homofobia tiene una serie de repercusiones en las personas con diversidad sexual. Estas se manifiestan en los ámbitos emocional, físico, conductual y social.

Emocional: Las personas del colectivo LGTBI presentan una prevalencia significativamente mayor de problemas emocionales, con respecto a la población general. Entre ellos:

  • Ansiedad: es frecuente que las personas LGTBI presenten problemas de concentración, pensamientos automáticos negativos, malestar en sus rutinas y vida cotidiana, problemas con su sexualidad.
  • Depresión: a menudo tienen pensamientos de inutilidad o inferioridad, pueden dejar de interesarse por las cosas que antes les gustaban y, en ocasiones, se aíslan de los apoyos más cercanos a consecuencia de estos pensamientos.
  • Culpa y vergüenza: en muchas ocasiones estas personas pueden ocultar su orientación sexual por este motivo.
  • Estrés ocasionado por el rechazo social.
  • Homofobia interiorizada: “aversión a los propios sentimientos y comportamientos propios de mi orientación sexual o identidad de género”. Lo que puede desencadenar emociones negativas y baja autoestima.

Físico: Del mismo modo, presentan en mayor grado problemas físicos derivados de los problemas emocionales, anteriormente citados.

  • Somatizaciones: hace referencia a las representaciones físicas de la emoción a través de diferentes síntomas que afectan a la salud física.
  • Problemas de sueño: siendo el más común el insomnio: bien de conciliación, mantenimiento o despertar precoz.

 Conductual:

  • Suicidios o intentos de suicidio y autolesiones: se da especialmente en adolescentes LGTBI que sufren acoso escolar por su orientación o identidad sexual. Dicha edad es crítica en el desarrollo de la identidad personal y por lo tanto, durante esta etapa son más susceptibles a la desaprobación social.
  • Consumo de drogas o alcohol: el colectivo LGTBI presenta una prevalencia dos veces mayor que el resto de la población en materia de adicciones. El alto nivel de estrés asociado al rechazo y a la discriminación sexual está asociado a un mayor consumo de alcohol, cocaína y otras drogas.

Social:

  • Retraimiento social o relaciones sociales desadaptativas: las personas LGTBI presentan mayor incidencia de fobia social que el resto de la población, es por esto, por lo que tienden al retraimiento y la evitación de las situaciones sociales.

 Como hemos visto hasta ahora, la homofobia deja una importante huella psicológica en las personas. Una manera de conseguir un mundo más justo e igualitario empieza en la educación en valores, tolerancia y respeto.

Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel o su origen, su sexualidad o su religión. Si pueden aprender a odiar, se les puede enseñar a amar, porque el amor es más natural para el corazón humano que su opuesto” Nelson Mandela.

 

Marta Ortiz Ganza y Sandra Sarabia Barrio

Alumnas de Psicología en prácticas de la
Universidad Europea del Atlántico
Departamento de Psicología Clínica de CIPSA

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