Gastronomía, Salud y Placer

El pasado miércoles 29 de marzo, en la Sala Laredo del Hotel Bahía en Santander, tuvo lugar el reencuentro con el Dr. Gabriel Argumosa Trueba: licenciado en Medicina, especialista en Traumatología y Ortopedia y divulgador gastronómico, miembro de la Academia de Gastronomía de Cantabria, presidente de la Cofradía de los Cocidos de nuestra comunidad y miembro de la Sociedad Cántabra de Escritores.

En esta ocasión, compartió con nosotros una deliciosa ponencia acerca de la gastronomía, y su relación con la salud y el placer. La charla comienza definiendo la gastronomía como “el arte que pone los sentidos y los sentimientos en acción”. En efecto, se estima que aproximadamente el 50% de las comidas que ingerimos son por puro placer. Sin embargo, solamente el 20% de las ingestas deberían serlo.

¿Qué influye en la decisión de qué comer?

A la hora de elegir un plato, tendemos a guiarnos por nuestras experiencias pasadas, donde nuestros sentidos juegan un papel más importante del que pensamos. Por ejemplo,

el olfato, es el sentido que puede evocar con más fuerza nuestros recuerdos (35%), seguido por la visión (5%), el oído (3%) y el tacto (1%). En ocasiones, elegimos en base a recuerdos idealizados (el sabor de las croquetas de nuestra abuela de cuando éramos niños o el olor a las sardinas en verano) y, otras veces, asociamos la ingesta de comida a eventos sociales como pueden ser fiestas, cumpleaños u otras actividades de ocio, ya que nos recuerdan a momentos felices de nuestra vida.

¿Qué sustancias de las que podemos encontrar en los alimentos son importantes tanto para la salud física, como para la mental?

Se ha comprobado que ciertos alimentos contribuyen especialmente al bienestar físico y mental, entre ellos los garbanzos. Esta legumbre resulta interesante y beneficiosa para nuestra salud, puesto que, según menciona el Dr. Argumosa, contiene una alta cantidad de triptófano, un aminoácido fácilmente digerible por su bajo contenido en grasa, que contribuye a tener un estado de ánimo más positivo al estimular la secreción de dopamina. Asimismo, favorece la conciliación del sueño y ayuda a que este sea más profundo y reparador gracias a la estimulación de la melatonina. Pese a que se ha encontrado que otras legumbres como las lentejas o las alubias tienen un mayor contenido de esta sustancia, su biodisponibilidad es menor. Sin embargo, la relación del triptófano con la ansiedad no está del todo clara.

Otros alimentos que elevan los niveles de dopamina son la berza y el repollo, que podemos encontrar habitualmente en el cocido (montañés y lebaniego, respectivamente), las anchoas y los tomates. Estos últimos tienen un efecto antidepresivo y antioxidante, y son ricos en vitamina D. El Dr. Argumosa señala que, para obtener todos los beneficios de los tomates, éstos deben madurar en la planta, cogerse con sol y que huelan a tomate. Y si son feos, mejor. Una anécdota muy interesante sobre el origen de los tomates es que, al llegar de América, fueron considerados malditos durante muchos años. Resulta, que en aquella época era común emplear platos con plomo. La acidez del tomate combinada con este elemento resultaba ser tóxico. De hecho, se piensa que Beethoven se quedó sordo por una intoxicación por plomo, y que el hecho de que Napoleón encogiese siempre la mano (como podemos ver en sus múltiples retratos), pudo ser a consecuencia de esta misma causa.

Agradecemos al Dr. Gabriel Argumosa y al equipo de profesionales que nos acompañaron a lo largo de la velada su interesante aportación, y os invitamos a todos a ser partícipes del siguiente Encuentro con CIPSA: El sueño. Una necesidad vital, el próximo 26 de abril a las 20:30h, en el Salón Laredo del Hotel Bahía.


Jaime Hazas, Laura Mansell y Ainhoa Santesteban
Psicólogas en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA