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Todo no terminó. Como sobreponerse a una ruptura amorosa

La pandemia ha sido una experiencia que nos ha pasado factura a todos, incluso a los “Encuentros”, ya que hacía 2 años desde el último. Sin embargo, el pasado 26 de octubre volvieron con más fuerza que nunca. Rebautizados como “Reencuentros”, de la mano del doctor Carlos San Martín Blanco y en la sala Laredo del Hotel Bahía en Santander, se inauguró la novena temporada bajo el título “Todo no terminó. Cómo sobreponerse a una ruptura amorosa”. En esta nueva edición, el doctor en medicina Carlos San Martín, sexólogo y psicoterapeuta familiar y de pareja, junto con el periodista Jesús Mazón, nos presentaron un tema tan común y a la vez tan desconocido como son las rupturas amorosas. Se trataron temas tan icónicos como son las relaciones de pareja, las rupturas amorosas y el duelo.

Durante el confinamiento, se interrumpieron muchos aspectos de nuestras vidas y esto mismo pasó con las demandas de divorcios. Ahora, esta tendencia se ha retomado en mayor número que antes de la pandemia. Para algunas personas, la convivencia supuso algo más que tener que lidiar con pasar mucho tiempo en casa. Se trató de una realidad social que vivimos y nos expuso tanto a procesos fortalecedores y a otros más dolorosos. Pocas cosas nos generan tanto placer, y al mismo tiempo, tanto dolor, como una relación. El dolor fruto de una ruptura con una pareja es lo segundo más que más sufrimiento no puede producir, sólo por detrás del fallecimiento de un hijo o hija, y por delante de la muerte de la propia pareja. Esto es comprensible, ya que en una ruptura, el duelo no es lineal, no es tan claro y definitivo como el producido por la muerte. Por lo que superar una ruptura es uno de los mayores retos que vamos a tener previsiblemente en la vida.

Según la experiencia del doctor Carlos San Martín, el principal factor origina las rupturas es el sentimiento de abandono. Tradicionalmente, se tiene la idea de que una vez que nos enamoramos todo será ideal y eterno. Damos por hecho que la relación perdurará al margen del paso del tiempo y del esfuerzo que dediquemos a esta, que el vínculo será inquebrantable, y en consecuencia descuidemos la relación, dejemos de aportar, avanzar y construir. Pero como dijo Antonio Gala, la tendencia natural es la de que las relaciones se deterioren, ya sean estas de amistad o de amor.

Otra distinción que tradicionalmente asociamos al amor es el hecho de “aguantar”. Carlos destaca que asemejar ambas categorías no es nada positivo, porque el amor no consiste en sufrir en silencio y resignarse como solía ocurrir en generaciones anteriores. A veces soltar puede ser la solución. En contraposición, las generaciones más actuales no dedican un gran esfuerzo a las relaciones, buscando un placer más inmediato, sin entender que el amor es un proceso en el que se producen acercamientos y desencuentros. Es natural que en la pareja existan conflictos o desacuerdos, que pueden generar un problema si llegan a la confrontación, pero si se gestionan o resuelven adecuadamente suponen una oportunidad de desarrollo y crecimiento de la pareja. Los conflictos pueden conducir a la ruptura, y lo que determina cómo se gestiona son los sentimientos y emociones.

Una vez que se produce la ruptura, atravesamos un proceso de duelo que será diferente para cada una de las partes, el que “abandona” y el “abandonado”, ya que suele ser un proceso asimétrico. Cuando hablamos de proceso asimétrico, nos referimos a que, por un lado, el que abandona la relación normalmente ya ha comenzado el proceso de duelo (duelo anticipado) y las emociones que maneja son la culpa por ser conscientes del daño que se genera, la pena por perder algo valioso o el miedo a tomar una decisión equivocada. Por otro lado, la persona que se siente abandonada se siente víctima porque tiene la impresión de que no ha sido capaz de mantener la relación. Si hablamos de diferencias en cuanto a género, una frase que destacó Carlos fue “un hombre se separa cuando encuentra a otra mujer, y una mujer se separa cuando se encuentra a sí misma”. En esta línea, nos encontramos ante la dificultad que poseen los hombres para reconocer sus propias emociones y gestionarlas al tratar de cumplir con un rol de fortaleza. Otro factor determinante son los hijos, quienes nos empujan a transformar la relación, pasando de una relación sentimental a una relación cordial y de coexistencia compartida en la crianza de los hijos. Incluso si no tenemos un motivo para seguir relacionándonos con la otra persona, también se puede transformar el vínculo y aprender a ver al otro de manera diferente. Esto puede lograrse tras un periodo de contacto mínimo, suponiendo un punto y aparte en la dinámica y el tipo de relación que existe entre ambas personas.

El duelo ha sido ampliamente estudiado, ya que es algo habitual y, en la práctica profesional de Carlos, también es común encontrarlo. Nuestro ponente lo describe de la siguiente manera: al principio es como entrar en un túnel del que no sabemos si tiene salida, al adentrarnos comenzamos a ver una pequeña luz al final del túnel, que se va agrandando hasta que salimos. Es cierto que a veces hay personas que no consiguen salir, sufriendo un duelo no resuelto, pero lo habitual es atravesarlo e incluso salir reforzados.

En cuanto a qué hacer para un buen afrontamiento o una buena gestión del duelo, son recomendables diversos procesos. No evitar el dolor, ya que es natural que si algo nos importa nos puede afectar. Evitar este dolor a toda costa nos impide la gestión de un adecuado proceso de duelo. Algo especialmente relevante y beneficioso que solemos hacer muy poco es mirarnos con más compasión, tratarnos mejor y cuidarnos más. Si en lugar de amarnos nos castigamos, sumado a este momento tan delicado, las consecuencias dañinas serán muchas más de las esperables en un momento difícil. De este modo es conveniente cuidarse, apoyarse y recuperarse respetando nuestros tiempos. Como señal para saber cuándo ha finalizado el duelo y empezar una nueva relación, podemos plantearnos si buscamos a alguien para construir porque nos apetece o queremos disfrutar de una experiencia amorosa. O si es por la necesidad de vincularnos, en cuyo caso no será un buen motivo para plantearnos una nueva relación.

Por otro lado, existen una serie de pautas que creemos acertadas o que nos pueden haber recomendado alguna vez pero que no son realmente aconsejables. Una idea muy generalizada es la de que “un clavo saca a otro clavo”. Sin embargo, esto puede resultar muy negativo, ya que interrumpe el proceso de duelo, convirtiéndose en un duelo retardado o ausente. Otra estrategia poco beneficiosa a largo plazo es huir del dolor de forma preventiva, evitando vincularse a otras personas para no correr el riesgo de sufrir. Algo que resulta inevitable a la hora de construir relaciones valiosas. También se encuentra ampliamente extendida la creencia desacertada de que la responsabilidad de nuestra felicidad recae en la otra persona, escuchando habitualmente la frase “ya no me haces feliz”. Y olvidamos que somos responsables de nuestra propia felicidad, al mismo tiempo de que tampoco tenemos la responsabilidad de hacer feliz al otro.

Si os ha parecido interesante todo lo que se ha comentado, os recomendamos que veáis la entrevista completa. Las relaciones tienen un principio y, de una forma u otra, también un final, son dos realidades acerca del amor que todos experimentamos. Esperamos que os aporte, que os interese y que nos veamos en el siguiente Reencuentro.


Juan Miguel Núñez y Pablo Díez 
Psicólogos en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA