La Atención y la Inteligencia Artificial en nuestras vidas

Hola de nuevo a los lectores asiduos y nuevo hola para los que se estrenan. El post está a cargo de Sara Morales Ortiz, psicóloga en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica de CIPSA

El día 4 de octubre de 2024, se celebró el Acto de Apertura del curso académico 2024-2025 en la Universidad Europea del Atlántico. En dicha ceremonia, se hizo entrega de la medalla de la universidad a la Institución Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús (Padre Menni).

Entre los invitados se encontraba Marcos Ríos, coordinador de la Unidad de Daño Cerebral del Hospital Red Menni, el cual dio una charla en la que señalaba a la atención como un proceso cognitivo que hoy en día se encuentra infravalorado y que nos otorga gran cantidad de información diaria que procesamos consciente e inconscientemente.

La atención es muy rigurosa, capaz de focalizarse en una conversación con un amigo mientras estamos en una fiesta llena de ruido y música. En ocasiones podemos generar mayor precisión cerrando los ojos, para que los focos atencionales sean más concretos y profundos.

La atención se modula, y somos capaces de estar en el coche conduciendo, escuchando música y cantando, pero a la hora de aparcar, por ejemplo, necesitamos más intensidad en la atención, lo que genera que en ocasiones, necesitemos hasta bajar el volumen de la música, cuando anteriormente podíamos estar dividiendo el sentido atencional en varias tareas percibidas como sencillas (o al menos más sencillas que aparcar).

Hoy en día, desaprovechamos el foco atencional con las nuevas tecnologías, dejando que el propio algoritmo del móvil sea el que decida por nosotros. Además, con el uso de las nuevas tecnologías, estamos dejando de hacer un proceso muy importante que es el de divagar, el cual es el principal responsable de que se desarrolle nuestra creatividad y astucia.

Por último, se destacó que las TIC (Tecnologías de la Información y las Comunicaciones), así como la IA (Inteligencia Artificial), puedan ser temidas o amenazantes, pero en muchas ocasiones también son recursos que pueden servir de apoyo, y que actualmente nos están ayudando a diseñar investigaciones sobre prevención y detección de síntomas de suicidio, intervenciones a través de la neuromodulación en trastornos como la ansiedad y la depresión, Además pueden ayudar a personas con daño cerebral a generar estrategias compensatorias cerebrales para evitar déficits en funciones neuronales antes y después de una intervención quirúrgica.

La Inteligencia Artificial crece, pero no debemos dejar que eso haga que disminuya nuestra atención… y nuestra divagación, sino que evolucionan acompañándonos las unas a las otras.

Como siempre un abrazo de 20 segundos para cada lector/a


Sara Morales Ortiz
Psicóloga en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA

Ángela Carrera Camuesco
Psicóloga Clínica y directora de CIPSA 

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El Síndrome Postvacacional: Verdades, Mitos y Curiosidades

Hola de nuevo a los lectores asiduos y nuevo hola para los que se estrenan. El post está a cargo de Clara Álvarez García, psicóloga en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica de CIPSA.

A medida que empieza otoño y las vacaciones de verano quedan atrás, muchas personas comienzan a hablar del temido "síndrome postvacacional". Este término se ha popularizado en los últimos años y hace referencia a esa sensación de desgana, fatiga o incluso tristeza que experimentamos al regresar a nuestras actividades cotidianas después de un período de descanso. Pero, ¿qué tan real es este fenómeno? ¿Es realmente un trastorno o simplemente un mito que se ha exagerado en nuestra cultura? Hoy exploramos las verdades, los mitos y algunas curiosidades sobre el síndrome postvacacional.

¿Qué es el Síndrome Postvacacional?

El síndrome postvacacional se describe comúnmente como un estado de malestar general que ocurre al reincorporarse al trabajo o a la rutina diaria después de unas vacaciones. Los síntomas pueden incluir fatiga, irritabilidad, falta de concentración, e incluso una sensación de tristeza o ansiedad. Sin embargo, sunque se le llama "síndrome", este término no está reconocido oficialmente como un trastorno mental y no se encuentra en los manuales diagnósticos de psicología.

Verdades Sobre el Síndrome Postvacacional

Se trata de una transición natural: Es completamente normal sentir cierta dificultad para retomar la rutina después de un período de descanso. Las vacaciones suelen ser un tiempo para desconectar, relajarse y recargar energías. Por lo tanto, es lógico que el regreso al trabajo o a las responsabilidades cotidianas pueda generar una sensación de incomodidad temporal.

La importancia de los factores individuales: La intensidad de los síntomas puede variar de una persona a otra. Aquellos que sienten una fuerte desconexión con su trabajo o que trabajan en un entorno laboral poco favorable son más propensos a experimentar un síndrome postvacacional más acentuado.

Mitos Sobre el Síndrome Postvacacional

Es una enfermedad: Aunque el término "síndrome" puede dar la impresión de que se trata de una enfermedad o un trastorno mental, la realidad es que el síndrome postvacacional no es más que una reacción emocional y física completamente natural y pasajera.

Todos lo experimentan: No todas las personas padecen el síndrome postvacacional. De hecho, algunas personas disfrutan volver a su rutina, encontrando motivación en los nuevos retos y oportunidades que trae consigo el final del verano.

Curiosidades Sobre el Síndrome Postvacacional

El poder de la planificación: Curiosamente, una de las mejores formas de mitigar los síntomas del síndrome postvacacional es planificar algo que nos motive tras las vacaciones. Puede ser un proyecto personal, una actividad que nos guste o incluso un pequeño viaje para romper con la monotonía del día a día.

No es solo para los adultos: Aunque se habla principalmente en el contexto laboral, los niños también pueden experimentar una especie de "síndrome postvacacional" al volver a la escuela después de las vacaciones de verano. Para ellos, la transición puede ser incluso más difícil, ya que implica retomar horarios estrictos y enfrentar nuevas demandas académicas.

Con todo esto…

Este fenómeno conocido con el nombre de Síndrome Postvacacional es una realidad para muchas personas, aunque su impacto y relevancia pueden variar. Es importante reconocer que, en su mayoría, los síntomas asociados a este síndrome son transitorios y forman parte de la adaptación natural tras un período de descanso. No obstante, si sientes que la vuelta a la rutina te resulta especialmente complicada, puede que contactar con un profesional de la psicología te ayude a encontrar estrategias para manejar este proceso de manera más saludable y adaptativa.

Como siempre, un abrazo de 20 segundos para cada lector/a.

Clara Álvarez García
Psicóloga en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA

Ángela Carrera Camuesco
Psicóloga Clínica y directora de CIPSA 

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Las etapas del Duelo en la ruptura de pareja

Las cinco etapas del duelo de Elisabeth Kübler-Ross, originalmente descritas para el duelo asociado con la muerte y la pérdida, podemos adaptarlas para comprender el proceso emocional en el contexto de una pareja enfrentando una ruptura o separación. Esta es una adaptación de estas etapas en ese contexto:

Primera etapa. Negación:

En la pareja: Uno o ambos miembros pueden tener dificultades para aceptar que la relación ha llegado a su fin. Pueden creer que la situación es temporal o que las cosas mejorarán por sí solas. Hay una resistencia a aceptar la realidad de la ruptura y a enfrentarse a los sentimientos de pérdida. El cambio personal es importante a todos los niveles y, en ocasiones, puede ser traumático. Por ello esta fase protege a los miembros de la pareja para que se puedan adaptar a la nueva realidad.

Pensamientos característicos: “Esto no puede estar pasando.” “Seguro que se va a dar cuenta y volverá.” “Solo necesita un poco de espacio.”

Quien rompe la relación. La fase de negación para la persona que rompe la relación puede ser difícil. Aunque esta persona ha tomado la decisión de poner fin a la relación, la negación puede aparecer antes, durante y después de la ruptura.

Quien es dejado. La persona puede tener dificultades para aceptar la realidad de la ruptura.

Pensamientos característicos: "Esto no puede estar pasando”, "Seguramente se trata de un malentendido”, "Nosotros siempre volvemos a estar juntos".

Antes, la persona puede pasar un tiempo negando los problemas evidentes en la relación, minimizando conflictos o convenciéndose de que las cosas mejorarán por sí solas.

Después, puede dudar y cuestionar si realmente es necesario, minimizando el impacto de los problemas que llevaron a esa decisión. La persona puede subestimar el dolor emocional que causará la ruptura, tanto para sí misma como para la pareja. Puede creer que la separación será más fácil de lo que realmente es, negando su necesidad de tiempo y espacio para procesar la separación y sanar emocionalmente. Puede negar los sentimientos de tristeza, culpa o arrepentimiento tras la ruptura, tratando de suprimir estas emociones en lugar de enfrentarlas.

Segunda etapa. Ira:

En la pareja: Se puede experimentar enojo y resentimiento hacia la pareja, hacia uno mismo, o hacia la situación en general. Esta ira puede manifestarse en discusiones acaloradas, recriminaciones o sentimientos de injusticia. Se busca un culpable para el dolor que se está sintiendo.

Pensamientos característicos: “¿Cómo pudo hacerme esto?” “Después de todo lo que hice por él/ella.” “Es injusto que me deje así.”

Quien rompe la relación. Podemos pensar que la persona que rompe la relación no pasa por esta fase, y estaríamos en un error. Aunque la decisión de terminar la relación puede haber sido considerada y sopesada durante un tiempo, se puede tener resentimiento acumulado hacia la pareja por las razones que llevaron a tomar esa decisión. Esto puede incluir comportamientos como falta de apoyo, infidelidades, o conflictos irreconciliables.

Quien toma la decisión de romper, puede sentir enojo consigo misma por haber permanecido en la relación tanto tiempo, por haber permitido que ciertas cosas ocurrieran, o por sentirse incapaz de solucionar los problemas de la relación.

La ira puede dirigirse hacia factores externos que contribuyeron al fin de la relación, como problemas financieros, familiares, laborales o de salud.

El proceso de romper una relación puede ser estresante y doloroso, incluso para quien toma la decisión. La persona puede sentir frustración por tener que pasar por conversaciones difíciles, lidiar con las reacciones de la pareja y gestionar los cambios que siguen a la ruptura.

A veces, hay enojo por la pérdida de los sueños y planes que se tenían juntos. Esta fase puede incluir la frustración de ver cómo los proyectos y expectativas compartidas se desmoronan.

Quien es dejado. Cuando la realidad de la ruptura comienza a asentarse, la persona puede experimentar una intensa sensación de ira.

Pensamientos característicos: "¿Cómo pudo hacerme esto?", "Me ha hecho perder mi tiempo”, "No se merece mi amor."

En resumen, la ira en el contexto de quien rompe la relación, o de quien “es dejado” puede ser compleja y multifacética. Es importante reconocer y procesar estos sentimientos para poder avanzar hacia la aceptación y la paz personal. A partir de estas fases, las tres restantes comparten ideas y objetivos comunes como se ve a continuación.

Etapa tercera. Negociación:

En la pareja: Los miembros de la pareja pueden intentar hacer concesiones para salvar la relación. Pueden intentar proponer soluciones, acuerdos o cambios con la esperanza de revertir la ruptura. También puede haber un intento de cambiar el comportamiento para evitar la separación.

Pensamientos característicos: “Si cambias, yo también cambiaré.” “Haré cualquier cosa para que volvamos a estar juntos.” “¿Qué puedo hacer para arreglarlo?”

Etapa cuarta. Depresión:

En la pareja: La tristeza profunda y el sentimiento de pérdida son predominantes. Puede haber una sensación de vacío, desesperanza y tristeza por la relación que se está terminando. La relación puede haber sido una parte significativa de la identidad de la persona, y la ruptura puede llevar a una crisis de identidad y una sensación de pérdida de propósito. Este estado puede llevar a una reflexión profunda sobre la propia identidad y el futuro sin la pareja.

Pensamientos característicos: “Nunca volveré a ser feliz.” “Todo lo que planeamos juntos ya no tiene sentido.” “Me siento tan solo/a.” “No volveré a encontrar a nadie como él/ella.”

Etapa quinta. Aceptación:

En la pareja: Finalmente, ambos miembros de la pareja comienzan a aceptar la realidad de la ruptura y a adaptarse a su nueva vida. La aceptación implica encontrar una forma de seguir adelante, aprender de la experiencia y empezar a construir un nuevo camino sin la relación. Aquí es donde se empieza a encontrar paz y se comienza a pensar en el futuro con una perspectiva más equilibrada.

Los miembros de la pareja llegan a un estado de paz con el pasado y dejan de obsesionarse con lo que podría haber sido diferente. Aprenden a apreciar los momentos buenos y a dejar ir el arrepentimiento.

Comienzan a enfocarse en el futuro y en cómo reconstruir su vida, estableciendo nuevas metas y explorando nuevas oportunidades. Se adaptan a la nueva situación, ajustando su rutina, sus relaciones sociales y su estilo de vida para acomodar el cambio que ha ocurrido.

Pensamientos característicos: “Ha terminado y está bien.” “Puedo seguir adelante.” “Es hora de empezar de nuevo y encontrar la felicidad por mi cuenta.”

Es importante recordar que estas etapas no siempre se experimentan de forma lineal ni todos pasan por ellas en el mismo orden o intensidad. El proceso de duelo por una ruptura puede variar significativamente de una persona a otra.

Como siempre, un abrazo de 20 segundos para cada lector/a.

Mercedes Burgoa Somoza
Psicóloga en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA

Ángela Carrera Camuesco
Psicóloga Clínica y directora de CIPSA 

Imágenes: Created by Pexels ~  Pexels

 

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