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El Arte de Parar el Tiempo

 

El post está a cargo de Oscar Sierra, Ana García y Rocío Rodríguez, alumnos en prácticas de psicología. En esta entrada vamos a hablar de la importancia de tomar distancia, ver las cosas desde otra perspectiva y saber parar a tiempo, ya que a veces el ajetreo del día a día hace que nos dediquemos menos tiempo.

La entrada de Internet y las nuevas tecnologías en la sociedad han hecho que nuestra velocidad de vida vaya más rápido. Esta rapidez, en algunas ocasiones puede hacernos creer que podemos llegar a todo.  Muchas veces nuestra vida frenética está llena de “tengo que…”, “debería…”, “necesito…”, etc. Estas demandas generan una sobrecarga constante, además de sentimientos de frustración por no lograr hacerles frente o hacerlo parcialmente. Todo ello nos impide disfrutar de los pequeños placeres, que no son tan pequeños. Por ejemplo, estar disfrutando de tu plato favorito sin televisión de fondo, estar con amigos sin el móvil delante o disfrutar de unas vacaciones sin estar pendiente del trabajo.

Por suerte, el cuerpo nos avisa de que algo no está yendo bien a través de alarmas: ansiedad, dificultad para dormir, nerviosismo, no poder mantener la atención, no disfrutar de lo que antes sí hacíamos, irritabilidad, falta de paciencia, etc. En algunas ocasiones no las oímos o las ignoramos. Es muy importante parar y reflexionar sobre lo que nos acontece y lo que nos hace sentir mal (un comportamiento propio, algo que te han dicho, tu trabajo, un amigo o pareja). No dejes que la propia rutina te impida detectar estas alarmas.

Ahora que ya has detectado las alarmas que te indican que algo va mal llega el momento de parar. Parar a tiempo significa no esperar a que nuestros sentimientos nos desborden o a que todas estas alarmas se intensifiquen. Es como una olla express, si dejas que la presión dentro de la olla aumente (malestares de la vida diaria) y no le haces caso al ruido del vapor (las alarmas), puede ocurrir que explote.

Darse cuenta es muy importante. Ahora llega la clave, ¿cómo dar el siguiente paso? Empezamos aclarando las prioridades en nuestra vida, es fundamental conocer qué cosas de las que hago me gustan y cuáles no, qué cosas son urgentes y cuáles son aplazables, cuáles son importantes y cuáles pueden no hacerse. Una forma de empezar es poner pequeños objetivos realistas, organizar bien nuestro tiempo, saber delegar responsabilidades, dedicar tiempo al autocuidado o saber decir “no”. En definitiva, tener claras nuestras prioridades y apartar lo restante.

Una vez que has parado y detectado las situaciones que te molestan llega el momento de ponerse a reflexionar y encontrar la manera de modificarlas. En algunas ocasiones toca aceptar la situación y en otras está en nuestra mano promover el cambio. Si nos decantamos por actuar, puede que descoloque a las personas de tu entorno, ya que un cambio en nuestra forma de actuar también puede tener repercusiones en los demás. Tu bienestar es tu prioridad, pero comprendiendo que los demás también están luchando por sus prioridades.

La habilidad de parar a tiempo es un arte que no todo el mundo maneja. Si no encuentras la manera de hacerlo o no sabes hacer frente a las repercusiones que conlleva, puedes acudir a un profesional que te de las herramientas para conseguirlo.

Espero que el trabajo de mis alumnos os esté sirviendo para entender aspectos desconocidos o novedosos y para  hacer cambios en vuestras vidas. Como siempre me despido hasta el próximo blog con un abrazo de 20sg para cada uno de los lectores.


 Ángela Carrera Camuesco
Psicóloga Clínica y directora de CIPSA

Óscar Sierra Embid, Ana García y Rocío Rodríguez
Psicólogas en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA

Imágenes: Pexels

 

 

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¿Cómo elegir un psicólogo/a? ¿En quién confiar?

 

Hola de nuevo a nuestro blog, en esta ocasión vamos a abordar un tema que nos suelen consultar amigos y conocidos, ¿conoces algún psicólogo/a? ¿a cuál puedo ir? En el día de hoy vamos a analizar algunos aspectos a tener en cuenta, la redacción de este post está a cargo de Oscar Sierra, alumno en prácticas de psicología.

Tras un largo camino decides dar el paso de ir a terapia y llegan las grandes preguntas: ¿cómo escoger el psicólogo/a adecuado/a? ¿público o privado? ¿dónde buscarlos? ¿trabajan todos igual? Un montón de preguntas llegan a tu cabeza.

El primer aspecto a tener en cuenta es, si lo que buscamos es un psicólogo/a público o privado. Veamos las ventajas y desventajas de ambos. Por un lado, la principal ventaja del público es que es gratuito, tan solo necesitas la derivación del médico de cabecera. Sin embargo, la lista de espera es larga y el tiempo entre visitas es bastante amplio. Por otro lado, la principal ventaja del privado es la especialización en la problemática concreta por la que acudes, además de la flexibilidad y una mejor adaptación de horarios. En contra, el desembolso económico que hay que hacer.

Otro aspecto a considerar es dónde encontrarlo. Uno de los recursos que más se utilizan es preguntarle a conocidos que sepas que han acudido a terapia; su opinión te puede facilitar tu elección. Otra forma de buscar es a través de internet, investigando sus especializaciones y sobre todo sus reviews. Me gustaría que supieras que el Colegio Oficial de Psicólogos (COP) tiene un buscador online que te muestra los psicólogos/as de tu entorno y su especialización. Además puedes llamar por teléfono e informarte. El teléfono del COP Cantabria es 942 273 450. Con el COP te aseguras de que son profesionales, con la formación adecuada. Además, puedes pedir que sean de la corriente cognitiva -conductual, dado que este paradigma es el dominante actualmente y el que mayor respaldo científico tiene.

¿Qué pasaría si una vez que has seguido las recomendaciones  no te gustara el psicólogo/a? Una vez que has decidido dar el paso y acudir a terapia, descubres que el psicólogo/a que has elegido no te gusta, que no hay conexión entre vosotros, que no te entiende… Es algo que puede ocurrir, no pasa nada. Es posible que te haya resultado difícil llegar hasta donde estás, a ir a terapia. No tires la toalla, elige un nuevo psicólogo/a y ¡adelante!


 Ángela Carrera Camuesco
Psicóloga Clínica y directora de CIPSA

Óscar Sierra Embid
Psicólogo en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA

Imágenes: Created by Prostooleh y Racool_studio ~  Freepik

 

 

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¿Media naranja o naranja completa?

 

Hola de nuevo a los lectores asiduos y nuevo hola para los que se estrenan. De nuevo una alumna de prácticas de psicología  ha propuesto un tema interesante. ¡Y es que no paran de proponer temas! Aquí os presento el que ha propuesto Lilian Díaz Valencia.

Hoy hablaremos de este gran mito del amor romántico, cuando pensamos en nuestra pareja o ideal del amor como en nuestra media naranja. Me refiero a frases como “tu otra mitad”, “tu media naranja”, “la persona que llena tu vida”… Frases que nos llevan a pensar que nos falta algo o alguien, y necesitamos ser completados para poder ser felices. Con este tipo de enunciados, parece que la responsabilidad de tu vida no se encuentra en tus manos y que es necesario que encuentres a alguien que lo haga por ti. Es por eso que hoy quiero hablar de la dependencia emocional. De cómo reconocer estos patrones de conducta y desmitificar la idea de tener que completar la naranja, en lugar de ser una naranja completa que busca a otra naranja en su totalidad, y así poder exprimir juntos todo el jugo de la vida. La dependencia emocional se refiere a la forma de funcionamiento de una persona, basada en el miedo a no ser amado, al abandono o a la adicción a otra persona. Este estado psicológico se puede referir a cualquier relación personal, ya sea familiar, de amistad o amorosa. Esto se produce como resultado de la falta de confianza de  la persona sobre sus propias capacidades, depositando en las manos de su pareja, la responsabilidad de sus acciones y su felicidad.

¿Cómo poder reconocer la dependencia emocional?

  • Son personas que viven con elevado estrés o ansiedad a causa de la idea de estar solas o separadas físicas o emocionalmente de sus parejas (o de la persona en la que centran su dependencia). Este mismo miedo les hace permanecer en la relación, aunque no sean felices.
  • Suelen presentar una autoestima baja o sentirse inferiores a los demás, sintiendo que no son lo suficientemente buenas para sus parejas, por lo que tienden a obsesionarse con la idea de ser engañadas. Son inseguras y con poca confianza en sí mismas y en sus capacidades.

El perfil que suelen buscar en su pareja, es de alguien con un carácter dominante, autoritario y posesivo, mientras que la persona dependiente adopta el rol de sumisa, indefensa y complaciente, haciendo todo lo posible para mantener a su lado a la persona que les da esa seguridad que tanto necesitan. La base que alimenta esta forma de relacionarse, parece estar en el concepto que tenemos de nosotros mismos y de nuestra autoestima, la cual se empieza a construir desde la infancia y a lo largo de la adolescencia, junto con nuestro desarrollo emocional y personalidad. Por ello, es importante como se construyen y mantienen aquí nuestras primeras relaciones, que en este caso son con nuestros padres, los encargados de reforzar aquellas cosas que se nos dan bien, en brindarnos seguridad, confianza y autonomía, tejiendo así una base fuerte y equilibrada, con la cual poder construir relaciones sanas con nosotros mismos y con los demás en el futuro.

Una vez identificados estos patrones tan disfuncionales de comportamiento, podemos trabajar en construir o reforzar nuestra autoestima, elaborando una lista que nos describa que incluya nuestras debilidades y fortalezas. Ambas nos constituyen como personas únicas y por ende con un valor incalculable; aceptarnos tal y como somos, mejorando en aquellos aspectos que queramos hacerlo, así como enorgulleciéndonos y reforzando el resto de cualidades que forman nuestro ser. Cuando conseguimos potenciar nuestra autoestima, somos capaces de identificar los problemas que puedan surgir en nuestras relaciones, buscar soluciones óptimas, y en caso de encontrarnos ante una relación tóxica, poder abandonarla sin temores, dejando así de repetir viejos patrones que nos llevan al desequilibrio emocional y personal.

Siendo naranjas completas podremos elegir a otras naranja… o no, en función de cómo queramos vivir nuestra vida y no de cómo NECESITEMOS hacerlo. Un abrazo de 20sg para cada lector/a


 

Ángela Carrera Camuesco
Psicóloga Clínica y directora de CIPSA

Lilian Díaz Valencia
Psicóloga en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA

Imágenes: Created by Freepik ~  Freepik

 

 

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