Anhedonia: ¿A dónde se ha ido el placer?

Hola de nuevo a los lectores asiduos y nuevo hola para los que se estrenan.

El post está a cargo de Marta Álvarez García alumna en prácticas de psicología en CIPSA.

¿No puedes sentir placer y te resulta imposible disfrutar de actividades que alguna vez te provocaron felicidad, como la comida, la música, el sexo o una buena conversación? Posiblemente lo que estés experimentando sea anhedonia. Este concepto (“an” : falta de,  “hedone”: placer) fue definido por primera vez por el psicólogo francés Ribot en el año 1986 como una falta de placer que afecta fuertemente en la calidad de vida de las personas que lo sufren.

Investigado más sobre este concepto, se ha visto que la anhedonia es causada por una alteración del circuito de recompensas, lo cual se traduce como una falta de capacidad de reacción ante estímulos que habitualmente eran placenteros.

Esta condición puede afectar a todos los contextos de la vida de las personas o puede centrarse solo en un ámbito más concreto. De forma general, se puede clasificar en dos tipos:

- La “anhedonia física”, la cual se refiere a una disminución de la capacidad de experimentar placer en cualquier actividad física como comer, beber, acariciar, practicar sexo, etc.

- La “anhedonia social” se refiere a una pérdida de placer al interaccionar con los demás, como por ejemplo, al hablar con amigos o familia, aunque antes esto se hubiera disfrutado.

Esta incapacidad de sentir placer no es considerada en sí misma como un trastorno psicológico, sino que se manifiesta como un síntoma de otros trastornos como son la depresión (el 70% de quienes padecen depresión sufren también anhedonia) la esquizofrenia, el trastorno bipolar, la adicción a drogas, etc. Aunque también puede deberse a un efecto secundario causado por algunos medicamentos.

Actualmente no hay ningún tratamiento específico para la anhedonia, ya que como es un síntoma, se suele tratar junto con la condición de la que es parte. De manera que si lo que la está causando es una depresión u otro trastorno, al mejorar estos también irá desapareciendo esta alteración. En situaciones en que la causante sea una medicación se podrá mejorar modificando las dosis, retirándola o cambiándola por otra que se adapte mejor a la persona. 

Muchas veces puede ser difícil identificar que nos está pasando esto, ya que simplemente ponemos el modo automático y seguimos con nuestras vidas. Por eso, para cerrar este artículo, os dejo una serie de síntomas que pueden ser útiles para detectar que algo va mal:

  • Pérdida de interés por todo o por algo en concreto.
  • Sensación de debilidad o falta de energía para llevar a cabo las actividades diarias. Sensación subjetiva de cansancio permanente.
  • Sentimiento de incapacidad y frustración por no ser capaz de funcionar como antes lo hacía. Baja autoestima.
  • Pesimismo, negatividad.
  • Desmotivación generalizada.
  • Alteración del sueño.
  • Cambios en la conducta alimentaria y aumento o disminución drástica de peso. La persona puede dejar de comer debido a una inapetencia o tener episodios de sobre ingesta por ansiedad.
  • Pensamientos recurrentes relacionados con la muerte.

Si identificas que estás pasando por alguna de estas situaciones, puede ser una buena idea pedir ayuda para que día a día tu salud mental sea un poco mejor.

Como siempre, es para mí un placer daros un abrazo de 20 segundos a cada lector/a. Quizás la oxitocina, serotonina, dopamina que se segrega al abrazar frecuente y largo, pueda también ayudar de alguna forma.

Sandra Calzada Edesa
Psicóloga en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA

Ángela Carrera Camuesco
Psicóloga Clínica y directora de CIPSA 

Imágenes: Created by rawpixel.com ~  Freepik

 

Así fue el Reencuentro con el Dr. Andrés López de la Llave y la Dra. Miren Zubeldia

 

Psicología y artes escénicas

El pasado 22 de febrero, en la Sala Laredo del Hotel Bahía en Santander, se dio continuidad a la novena temporada de los Reencuentros. El Dr. Andrés López de la Llave y la Dra. Miren Zubeldia, pioneros en el desarrollo de instrumentos de evaluación psicológica dentro de las artes escénicas. Carlos San Martín, co-director de Cipsa, tuvo el placer de entrevistar a nuestros invitados. Para comenzar, es necesario aclarar que nos referimos a las artes escénicas para todos aquellos talentos que se despliegan sobre las tablas de un escenario, es decir, a las artes que comprenden la danza, la música y el teatro.

Una pregunta que viene a la mente de muchos y que por fin pudimos aclarar es: ¿el artista se hace o se nace? La respuesta que nos dan Andrés y Miren es que, si bien se ha visto que existe una motivación intrínseca por las artes en este tipo de personas, son imprescindibles los factores contextuales que acompañan al desarrollo del artista, incidiendo particularmente en la tríada configurada entre el individuo, su familia y los profesores. La razón por la que estos ejes son importantes es porque se ha visto que durante las carreras artísticas de estas personas, en los momentos más difíciles o de adversidad, son la familia y los profesores aquellos que potencian, animan y apoyan la continuación de este desarrollo frente al abandono, y sobre todo porque suele ser la familia la que hace el acercamiento y acompañamiento de los artistas desde que son pequeños. A este respecto refieren que uno de los pilares fundamentales para que el Método Suzuki funcione, el cual consiste en iniciar a los niños desde edades muy tempranas (en torno a los 4 años) en la música, es ese respaldo familiar. Ya que los niños, inicialmente, carecen de la motivación intrínseca mencionada.

Por otro lado, ¿a qué nos referimos con esta motivación intrínseca por el arte? Pues es una característica que se observa en los artistas y que tiende a relacionarse con una sensibilidad especial; sin embargo, lo que más destaca Andrés sobre los artistas es su capacidad de atribución intrínseca. Esto es, la tendencia a reconocer los éxitos como resultado de las propias acciones en vez de atribuirlos a circunstancias externas ajenas al individuo. Esto implicaría una sensación de orgullo y satisfacción propias que generan tal nivel de motivación que incitarán a la persona a volver a repetir la acción. Estas cualidades son las que se sobreponen ante características concretas de personalidad que pudieran definir el perfil de cualquier artista. Esta es otra curiosidad que en ocasiones se plantea en la psicología de las artes escénicas; si existe algún perfil de personalidad típico para definir al artista. Sin embargo, dicen Andrés y Miren que la personalidad se define en función de lo que hacemos, y que no tendría mucho sentido plantear esto en el perfil de los artistas ya que las personalidades pueden ser de infinitas variedades, pero sí son las características mencionadas previamente las que se pueden apreciar en estas personas.

Otra de las preguntas que mucha gente puede tener en su cabeza cuando ve una representación de una obra cualquiera es: ¿está el artista emocionado? Parece que la respuesta es negativa, que lo que se ve en el escenario es la interpretación de la emoción. Es posible que en los ensayos sí que sea necesario y se haya sentido esa emoción, pero a la hora de exponerse en público es necesario un ejercicio de control emocional que garantice la mejor ejecución posible.

Por último, respecto al papel de la Psicología en las Artes Escénicas destacaron que puede aportar confianza, con ejercicios de biofeedback… , practicando exposiciones progresivas que impidan que se genere ansiedad escénica, ensayos en imaginación que permitan reducir la ansiedad cuando ya se ha instaurado e incluso que posibiliten perfeccionar la técnica musical en personas que ya tienen mucha experiencia, mejorar la presencia escénica a través del fomento de estados de relajación que puedan dar lugar a la agudización de los sentidos, enriquecer las estrategias de memorización, ayudar en el establecimiento de objetivos y en la consecución de la motivación necesaria para su alcance, así como proporcionar el apoyo emocional necesario que requiere esta profesión tan exigente.

Agradecemos a Andrés, Miren y los profesionales que les acompañaron con su arte, lo aprendido y disfrutado en esta ocasión. Invitamos al público al próximo reencuentro, “Gastronomía: placer y salud”, en el que la directora de CIPSA, Ángela Carrera Camuesco entrevistará a Gabriel Argumosa Trueba. Este reencuentro tendrá lugar el miércoles 29 de marzo, a las 20:30 horas, en el Salón Laredo del Hotel Bahía.

Marta Álvarez García, Sandra Calzada Edesa y Andreína Enriquez No
Psicólogas en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA

 

 

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Un problema silenciado: el Suicidio (III)

SEÑALES DE ALARMA DE RIESGO DE CONDUCTA SUICIDA

Hola de nuevo a los lectores asiduos y nuevo hola para los que se estrenan.

El post está a cargo de Sandra  Calzada Edesa alumna en prácticas de psicología en CIPSA.

En un artículo publicado con anterioridad en este blog, se abordó el tema del duelo. Hoy, tratando de cerrar el tema de suicidio, escribo  sobre las personas que sobreviven a la pérdida de una persona por suicidio.

En el caso de los familiares y allegados de una persona que se ha suicidado, el duelo se diferencia porque suele causar una culpa irracional, la estigmatización social, pensamientos reiterados buscando el por qué y a veces, la ocultación y la vergüenza.

Si tienes en tu entorno a alguna persona que está pasando por un duelo por suicidio, podrías ayudarla respetando sus tiempos, sus silencios, escuchando lo que quiera o pueda compartir, sin presionar para que cuente aquello que no quiere o para lo que no está preparada, sin dar respuestas (ni tan siquiera de ánimo/consuelo), mejor utiliza un gesto como un abrazo.

Si es un niño el que se ve afectado por un duelo por suicidio no se le debe ocultar la verdad con la finalidad de protegerlo, porque es consciente de que la persona no está y buscará sus propias explicaciones para tratar de entender qué ha pasado (podría culparse por creer que la persona ha fallecido por un mal comportamiento que tuvo o porque en algún momento de enfado deseó su muerte, que no le quería y por eso ha fallecido o se ha marchado). Se debe adaptar la respuesta que se da sobre lo sucedido a la edad del menor, sin dar más explicaciones que la respuesta más sencilla a sus preguntas. Y es saludable que el niño pueda participar del duelo familiar, permitiéndole expresar sus emociones.

Si tú eres la persona que se encuentra transitando el duelo, si eres el superviviente, trata de apoyarte en tu entorno. Si te resulta posible, habla de lo acontecido, a sabiendas de que esto va a generar dolor, porque es la manera en la que podrás integrar lo sucedido y liberar las emociones derivadas de ello. Si lo crees necesario y te parece buena idea, busca un grupo de apoyo de duelo por suicidio o alguna asociación de supervivientes donde poder compartir emociones con personas que han pasado o están pasando por la misma situación. Si sientes que no puedes gestionar las emociones y que el malestar es tan grande que afecta a tu vida de manera notable, si tienes pensamientos de muerte recurrentes, incluso habiendo llegado a pensar en el modo en que lo harías, ponte en manos de un profesional de la salud mental que te ayude a resolver el duelo.

También puedes llamar al 024, línea del Ministerio de Sanidad de atención gratuita, disponible 24 horas, 365 días, para personas con ideación suicida, allegados y familiares. O al teléfono de la esperanza, perteneciente a una asociación sin ánimo de lucro que trabaja en la promoción de la salud emocional y la intervención en crisis,

tel: 914 59 00 55 (fijo),

717003717 (móvil) o al

942363745 (teléfono del centro que la asociación tiene en Cantabria, situado en C/ José María de Cossío, 33).

Como siempre, un abrazo de 20 segundos para cada lector/a.


Sandra Calzada Edesa
Psicóloga en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA

Ángela Carrera Camuesco
Psicóloga Clínica y directora de CIPSA 

Imágenes ~ Pexels

 

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