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Pinchazos

 

Hola de nuevo a los lectores asiduos y nuevo hola para los que se estrenan. No es algo nuevo pero en la actualidad nos encontramos con un alarmante número de testimonios y noticias sobre los denominados pinchazos a mujeres en ambientes de ocio. En el presente artículo pretendemos aportar una visión global y lo más precisa posible de esta preocupante problemática, atendiendo a todas las informaciones que encontramos en prensa y redes sociales. Han elaborado este material Juan Miguel Núñez y Pablo Díez psicólogos en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica de CIPSA.

Hasta el momento el número de denuncias por “pinchazos” asciende a 162 según el Ministerio del Interior (Fuente: https://www.elespanol.com/espana/20220801/casos-
agresiones-sexuales-datos-oficiales-sumision-quimica/691431157_0.html). Tras estas agresiones se podrían encontrar varias intenciones. Por un lado llevar a cabo una sumisión química con el objetivo de cometer agresiones sexuales contra las víctimas. Según los expertos la finalidad de estos pinchazos como método de sumisión química parece poco probable ya que en la mayoría de los casos los análisis no han revelado la presencia de sustancias tóxicas, sin olvidar que estos análisis pueden no estar preparados para detectar esas sustancias, o que las sustancias hayan sido eliminadas del organismo antes de los análisis. Tampoco las mujeres víctimas de estos pinchazos han referido sufrir ningún delito sexual. Un factor a tener en cuenta es que la sustancia tendría que ser administrada por vía intramuscular, de forma profunda, y se tardaría entre 3 y 20 segundos. Otra posible finalidad de estos “pinchazos” podría ser producir la sumisión química indirecta, actuando como potenciador de los efectos del alcohol u otras drogas que la víctima pudiera consumir en contextos de fiesta.

Lo que sí parece quedar claro es que se trata de una nueva forma de violencia hacia las mujeres, creando un ambiente de miedo y amenaza que limita su libertad y seguridad. Estas agresiones generan numerosas consecuencias a nivel psicológico tanto en las víctimas directas como en las indirectas. Se produce un estado de miedo y ansiedad anticipatoria como respuesta comprensible ante estas situaciones que percibimos como peligrosas y amenazantes. Generando pensamientos y emociones de nerviosismo, angustia, intranquilidad, preocupación e ideas obsesivas. Al mismo tiempo, mantenemos conductas de hipervigilancia, evitación de estas situaciones de ocio e incluso el aislamiento social. Si nos dejamos guiar por estos pensamientos, emociones y conductas de manera incontrolable, anticiparemos constantemente las posibles consecuencias, manteniendo de forma prolongada este estado de ansiedad y sufriendo excesivamente.

Por todo esto, es importante adoptar una actitud crítica, de oposición a este fenómeno; actuando con precaución pero no cediendo y evitando todas estas situaciones. Ya que de esta manera viviremos con miedo y ansiedad perdiendo calidad de vida y fomentaremos la tendencia que estos agresores pretenden generar.

En conclusión, como individuos y como grupo podemos impedir que se extienda este fenómeno y sus consecuencias. Para prevenir o actuar ante un posible caso se recomiendan las siguientes pautas. En primer lugar avisar y pedir ayuda al 112 o a los responsables del evento o local. Si estás con alguien de confianza hazle saber lo que ocurre y pide que te acompañe. Acude a un centro sanitario para que puedan hacerte prueba de tóxicos y prestar asistencia médica si lo necesitas. Por último, es recomendable que denuncies los hechos.

Protocolo:https://efesalud.com/sumision-quimica-pinchazos-protocolo-urgencia-enfermeria/

Como siempre, un abrazo de 20 segundos para cada lector/a.


 Ángela Carrera Camuesco
Psicóloga Clínica y directora de CIPSA

Juan Miguel Núñez y Pablo Díez 
Psicólogos en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA

Imágenes: Pexels

 

 

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Supermamá al Rescate

 

Hola de nuevo a los lectores asiduos y nuevo hola para los que se estrenan. Hoy vamos a tocar un tema delicado que puede ser importante para muchas de nuestras amigas o familiares. La redacción de este post está a cargo de Rocío Rodríguez, alumna en prácticas de psicología.

Noticia: la maternidad no es fácil. Las expectativas sociales que se han ido estableciendo en la sociedad reflejan cada vez nuevos estándares añadidos.

En la sociedad actual se ha incorporado el rol de mujer trabajadora a la maternidad, aumentando las exigencias establecidas en la imagen de la madre ideal. Además, también se expone la maternidad como el máximo exponente de felicidad de la mujer. Estas ideas crean exigencias basadas en creencias idealizadas, es decir, que el punto de referencia va a estar puesto en una imagen inalcanzable de la maternidad.

Esta madre ideal se ve reflejada en las redes sociales como, por ejemplo, Instagram, Tik-Tok y Snapchat. Estas páginas y Apps son fuentes de información. Esto implica que un video sencillo de una mamá que hace una comida y se sienta con toda la familia ya implica: que tiene tiempo de dedicarle a hacer comida casera, que guardan espacio para estar en familia, sus hijos no tienen ningún problema con la comida, deja la cocina limpia tras cocinar, etc. y resulta que todos están contentos. La cuestión es que de aquí sacamos ideas que no amoldamos a las particularidades de nuestra propia vida y, menos aún, a lo que uno mismo quiere. También se ve perpetuada esta imagen por quien más nos puede vigilar: nosotros mismos (nuestro mayor policía y vigilante del perfeccionismo). El autocastigo y la autoexigencia puede llegar a poner la meta o el “debería” en un baremo muy alto (de nuevo el perfeccionismo). Este se caracteriza porque no es realista, si no es realista no es posible alcanzarlo. No tenemos que lograr ser doctoras, profesoras, psicólogas, monitoras, cocineras, lograr que en el trabajo no se note que tenemos hijos, ser las amantes perfectas a ojos de nuestras parejas y demás. ¡No hay super-mamás! Hay que recordar que las madres son personas reales con su paciencia, su cansancio, su cariño, sus gustos y con todo lo que las caracteriza como alguien más allá de la maternidad.

Todas estas ideas hay que tenerlas claras porque esta imagen perseguida puede tener sus repercusiones. No hablo solo del cansancio diario sino también de la ansiedad y la depresión. Se pueden manifestar en distintas maneras como cansancio, falta de motivación ante actividades que antes hacíamos, bajo estado de ánimo, insomnio, ganancia o pérdida de peso, etc. El autocuidado y guardar tiempo para una misma puede servir de ayuda para reconectar y centrar la atención en las necesidades propias. Es importante buscar una red de apoyo o contar con la que ya está ahí (amistades, padres, abuelos, cuidadores…) para que dediquen un rato a cuidar a los hijos. No estás obligada a querer estar siempre con ellos, no eres mala madre por ello, simplemente eres madre.

Como siempre me despido hasta el próximo blog con un abrazo de 20sg para cada uno de los lectores.


 Ángela Carrera Camuesco
Psicóloga Clínica y directora de CIPSA

Rocio Rodríguez González
Psicóloga en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA

Imágenes: Pexels

 

 

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Etiquetas diagnósticas en psicología… ¿Nos definen?

 

Hola de nuevo y bienvenidos a nuestro blog, hoy vamos a hablar de las etiquetas diagnósticas en el ámbito de la psicología, un tema redactado por Ana García Resano y sobre el que vamos a analizar algún aspecto importante en el cambio terapéutico.

Las etiquetas diagnósticas son los nombres o categorizaciones en las que dividimos los diferentes tipos de problemas en función de la sintomatología que presenta una persona. Podemos plantearnos: ¿por qué categorizamos? La respuesta a esta cuestión podría resumirse en que hacemos uso de etiquetas ya que estas nos ayudan a ordenar y comprender la realidad de forma rápida y sencilla. Por tanto, en el área de la psicología también se emplean, procurando transmitir un diagnóstico en clave de resumen descriptivo. Estas etiquetas diagnósticas ofrecen ciertas ventajas, por ejemplo nos ayudan a comunicarnos de manera más fácil y resumida. Asimismo, a veces resultan aclaratorias o tranquilizadoras para algunas personas, ya que se le pone nombre a aquello que nos ocurre. Con ellas afianzamos que nuestro sufrimiento es reconocido e incluso compartido por otros y entendemos que no somos las únicas personas que lo padecemos.

De hecho, las personas tendemos a ponerle nombre a todo lo que nos ocurre. Sin embargo las etiquetas son estáticas y específicas, mientras que nosotros vamos evolucionando y cambiando día a día. Cada diagnóstico puede manifestarse de forma completamente diferente en cada persona. En la práctica los motivos por los que se asigna una misma etiqueta diagnóstica a diferentes personas pueden ser muy diferentes o incluso no coincidir entre sí. Es crucial tener presente que la realidad no está hecha para ser medida: aunque un problema se pueda etiquetar, lo realmente influyente en el cambio terapéutico es conocer y desgranar qué conductas están presentes en cada persona en particular, por qué se dan y qué las mantiene en el tiempo. Es decir, debemos ir más allá y encontrar una explicación a nuestras experiencias, no solo nombrarlas.

Por ejemplo, si creemos que la causa de nuestro bajo estado de ánimo o de nuestro  nerviosismo es eso que llamamos «depresión» o «ansiedad», podemos caer en el error de pensar que no podemos hacer nada contra ello. Probablemente terminaremos adoptando un papel pasivo e incorporando ese diagnóstico como parte de nuestra identidad. Esto último puede generar sentimientos de desesperanza o frustración en términos de un futuro tratamiento psicológico. Si por el contrario intentamos buscar por qué en nuestro caso en concreto se nos ha asignado esa etiqueta, probablemente contextualicemos mejor nuestra situación. De este modo, el cambio de perspectiva puede ser un aliciente para entender que hay posibilidades de cambio y pasar a la acción. Es decir, supone un abordaje individualizado atendiendo a las circunstancias específicas de cada persona, facilitando una intervención mucho más eficaz y favoreciendo en nosotros un rol activo.

En definitiva, los diagnósticos pueden ser útiles en el ámbito de la psicología, aunque con ellos también se escapan muchos detalles. Por tanto, es importante tener presente que el contexto e historia de vida de cada uno de nosotros es único, por lo que las etiquetas no hacen justicia a la complejidad de las personas.

Como siempre me despido hasta el próximo blog con un abrazo de 20sg para cada uno de los lectores.


 Ángela Carrera Camuesco
Psicóloga Clínica y directora de CIPSA

Ana García Resano
Psicóloga en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA

Imágenes: Pexels