Irracionalidad en Sexualidad

Hola de nuevo a los lectores asiduos y nuevo hola para los que se estrenan. El post está a cargo de Ainhoa Santesteban Barrena, psicóloga en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica de CIPSA.

La sexualidad es un conjunto de actitudes y comportamientos y una combinación de sentimientos y creencias relacionados con el acto sexual, la identidad y rol de género, el erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción. Es un aspecto central del ser humano que lo acompaña durante toda su vida, siendo una fuente de bienestar físico, psicológico, intelectual y espiritual. La sexualidad tiene tres funciones: está implicada en el proceso de reproducción, está relacionada con distintas formas de sentir y de provocar placer, e influye en la forma de comunicarnos y relacionarnos con otras personas. La base de la mayoría de los problemas sexuales que se ven en consulta, en general, vienen fundados por el mantenimiento de filosofías exigentes y absolutistas con respecto a sí mismos, a los demás o a la sexualidad.

Entre las exigencias a sí mismo encontramos ideas dogmáticas como “tengo que ser muy competente sexualmente y conseguir la aprobación y admiración de mi pareja sexual para considerarme valioso, puesto que, si fracaso en el intento, será terrible y demostraré que soy una persona carente de valor”. Esta creencia irracional suele generar ansiedad, vergüenza, culpa y sentimientos de inferioridad e incompetencia. En cuanto a las exigencias hacia los demás, caben destacar ideas irracionales del estilo a “mi pareja sexual tiene que saber qué es lo que me apetece y actuar en consecuencia y, si no lo hace, eso quiere decir que es un bruto desconsiderado que no merece que le dé un momento de placer”. Esta idea suele producir mucha rabia y resentimiento y crea conflictos y discusiones innecesarias. Por último, con respecto a las exigencias a la sexualidad, encontramos creencias del estilo a “mi sexualidad y la manera en que la vivo debe ser fácil, placentera, sin complicaciones ni dificultades y proporcionarme todo lo que quiero; de lo contrario, no lo soporto y es demasiado difícil tener que esforzarme en mejorarla”.  Esta idea suele generar depresión y victimismo y conduce a una baja tolerancia a la frustración y al hedonismo a corto plazo. Además, es uno de los problemas más frecuentes y causante de la mayoría de abandonos y retrasos en terapia.

En definitiva, estas presunciones tan exigentes generan poco disfrute sexual, mucha frustración y sentimientos de incompetencia. Evitar afrontar los problemas sexuales por miedo al rechazo y al fracaso es uno de los núcleos principales de la intervención terapéutica. ¿Llegaremos a permitirnos fallar en nuestras relaciones sexuales sin torturarnos por ello? Al fin y al cabo, “una vida sexual sana y placentera no está exenta de problemas y dificultades, pero sí la reacción poco realista y dramatizada ante los mismos”.

Como siempre, un abrazo de 20 segundos para cada lector/a.


Ainhoa Santesteban Barrena
Psicóloga en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA

Ángela Carrera Camuesco
Psicóloga Clínica y directora de CIPSA 

Imágenes: Created by Gustavo Fring ~  Pexels

 

¿Qué entedemos por Trauma?

Hola de nuevo a los lectores asiduos y nuevo hola para los que se estrenan. El post está a cargo de Laura Mansell Rodríguez, psicóloga en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica de CIPSA. El trauma es una herida emocional que se origina por haber sido víctima (o haber sido testigo) de  un evento muy estresante, como percibir graves amenazas a la vida o recibir daños; presenciar la muerte o heridas graves de otra persona como resultado de un accidente, o de un acto de violencia física.

Cuando nuestra mente no es capaz de gestionar esta situación tan traumática, se puede llegar a desarrollar lo que conocemos como Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT). Este trastorno comenzó a estudiarse por la sintomatología que presentaban los soldados que volvían de la II Guerra Mundial, que habían sido testigos o víctimas de terribles atrocidades.

Es común que las personas que sufren TEPT muestren los siguientes síntomas:

  1. Revivir el suceso traumático: Las personas con TEPT, suelen revivir de forma frecuente y agresiva el suceso traumático, ya sea en forma de pesadillas, flashbacks…
  2. Evitación: Las personas con TEPT, tienden a evitar características relacionadas con el suceso traumático, como: el lugar en que ocurrió, personas con mismos rasgos que su abusador (por ejemplo, hombres con bigote) ...
  3. Estado de gran alerta: Después de un suceso traumático, nos mostramos más vigilantes y reactivos o defensivos ante cualquier situación. Estos comportamientos pueden derivar en dificultades de concentración, irritabilidad o insomnio.
  4. Disociaciones: Una disociación es una desconexión de la realidad; surge como un mecanismo de defensa del cerebro frente a la ocurrencia de un trauma, haciendo que la persona se evada de donde está. Las disociaciones pueden llegar a afectar gravemente a la memoria, haciendo que la víctima no sea capaz de recordar nada del suceso traumático, o que una persona no sea capaz de identificar un trauma pasado.

¿Qué significa que la disociación, es un mecanismo de defensa del cerebro? Cuando una situación que puede acarrear muchísimo sufrimiento, sobrepasa los recursos necesarios de la persona para gestionarla, surge la disociación para protegernos de este daño (ya sea físico o emocional),  alejándonos mentalmente del evento traumático. Veamos algunos ejemplos:

  • La víctima de un atentado en un tren, es capaz de escapar del mismo incluso con una pierna rota y otras heridas graves, ¿cómo es esto posible?
  • A parte de la función de determinadas hormonas (como la adrenalina, que tiene un efecto analgésico, o el cortisol, que en situaciones estresantes, nos preparan para la huída o la lucha); la disociación también puede cumplir un papel importante. En este ejemplo, la mente se desconecta del dolor físico y emocional, y de las sensaciones del cuerpo, lo que hace posible que el hombre escape y ponga su vida a salvo.
  • Una mujer es víctima de una violación y, tras el suceso, es incapaz de recordar nada. Su mente ha escapado de la situación traumática, apartándola de sus emociones y del dolor físico para protegerla de una situación que no podía procesar.
  • Un niño criado en un ambiente agresivo, que es testigo de las fuertes discusiones y situaciones violentas entre sus padres, podría llegar a disociar para alejarse del dolor emocional que ello le supone.

¿Cuándo ocurren las disociaciones? No todas las personas que desarrollan TEPT, sufren disociaciones. Pero, en las personas que sí las viven, pueden darse en cualquier momento:

  • Durante el evento traumático: Como explicamos antes, como mecanismo para evadir la mente de lo que está ocurriendo.
  • Después del evento traumático: Pueden aparecer en cualquier momento, incluso años más tarde. Suelen aparecer, cuando la persona que ha sufrido el trauma se reencuentra con algún estímulo (alguna situación específica) que le recuerda el evento traumático (como un olor en específico, una canción; un lugar…)

¿Cómo saber si estoy sufriendo una disociación? Hay dos tipos de disociaciones muy comunes:

  • Despersonalización: Las personas describen esta situación, como si fuese una desconexión de uno mismo: “Lo viví como si le estuviese ocurriendo a otra persona”.
  • Desrealización: Es una desconexión de la realidad que se está viviendo como si estuvieras en un sueño, o como si estuvieses dentro de una película…tienes la sensación de que nada es real: “Yo estaba ahí, pero me sentía como si de una pesadilla se tratase”.

¿Se puede superar un trauma? Sí. La psicología cognitivo-conductual cuenta con abordajes terapéuticos con gran evidencia científica desde las que podemos trabajarlo. Pero, el primer paso, es ponernos en manos de profesionales de la psicología colegiados que puedan acompañarnos y guiarnos durante el proceso.

Como siempre, un abrazo de 20 segundos para cada lector/a.


Laura Mansell Rodríguez
Psicóloga en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA

Ángela Carrera Camuesco
Psicóloga Clínica y directora de CIPSA 

Imágenes: Created by Maria Eduarda Loura Magalhães ~  Pexels

 

Así fue el Reencuentro con la Dra. Anjana López | El sueño: una necesidad Vital

 

El Sueño: una necesidad vital

El pasado miércoles 26 de abril, tuvimos el placer de escuchar a Anjana López Delgado, la doctora es Licenciada en Medicina y Cirugía, especialista en Neurofisiología Clínica, Máster en Sueño, miembro del Grupo Nacional de trabajo de Insomnio de la Sociedad Española de Sueño y es médica adjunta de Neurofisiología Clínica en el Centro de Consultas Médicas (CCM) de Mompía y en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. En su charla nos explicó qué es el sueño y qué variables influyen en él.

La Doctora comenzó explicándonos que el sueño es un fenómeno fisiológico y conductual (porque, a dormir, se aprende), consistente en una pérdida de conciencia transitoria, periódica y reversible. El sueño ocupa una tercera parte de nuestra vida (es decir, una persona de 60 años, habrá dormido 20), ya que pasamos en torno a 8 horas de cada día durmiendo. Y ¿qué es el sueño ideal? La doctora López Delgado, lo define como aquel que nos da la sensación (subjetiva) de haber sido reparador, y que nos permite sentirnos bien para realizar las actividades de la vida diaria, independientemente de las horas dormidas. La cantidad de horas ideales que se deben dormir dependerá de la persona y del momento del ciclo vital en que se encuentre. Por ejemplo, los bebés duermen unas 20h al nacer. Cuando nos hacemos mayores, nos diferenciamos en dos tipos de personas: dormidores cortos (que funcionan bien con 6-7 horas de sueño al día) y dormidores largos (necesitando 9-10). La adolescencia es un periodo en el que, por norma general, las horas necesarias para el descanso aumentan. Sin embargo, debido al hábito que han desarrollado de irse a dormir a altas horas de la madrugada, y al hecho de que tienen que madrugar para ir a clase, se produce lo que se conoce como el síndrome del retraso de fase. Este síndrome está caracterizado por  una alteración del ritmo del sueño, donde el ciclo sueño/vigilia se retrasa con respecto al ciclo de día/noche externo, manifestando insomnio a la hora de acostarse, y por la dificultad para despertarse por la mañana en el momento deseado. De hecho, se estima que el 23’8% de los adolescentes en España sufren de insomnio.

La Doctora López Delgado también nos explicó las diferentes fases por las que pasamos durante el sueño: la fase NO REM y la fase REM. La primera se divide en tres subfases (N1, N2 y N3; siendo la primera la fase más superficial, en la que empezamos quedándonos dormidos, y la última el sueño profundo, durante el cual se producen efectos tan importantes como la regeneración de tejidos y la recarga de energía). La fase REM (Rapid Eye Movement) facilita la regeneración cerebral. A lo largo de una noche, pasamos de media entre 3 y 5 ciclos de sueño en los que se combinan fases de sueño REM con fases de sueño no REM. Hay factores, como la luz, el ruido y la temperatura que podemos controlar para así lograr una mayor calidad de sueño. La luz azul de los dispositivos electrónicos inhibe la producción de melatonina (hormona del sueño), de manera que el cerebro interpreta que es de día, al recibir el mismo tipo de luz que recibe durante el día. Por ello, se recomienda no utilizar este tipo de dispositivos a partir de las 8-9 de la noche. En cuanto al ruido, hay personas que duermen con determinados sonidos (como el de la radio), porque lo han asociado al momento de irse a la cama (y dormir, no deja de ser una rutina); sin embargo, los sonidos extraños estimulan y dificultan el sueño, por lo que se debe intentar que la zona de descanso sea silenciosa. Por último, la temperatura ideal se encuentra en el rango entre los 19 y 20ºC, temperaturas más altas o bajas, dificultan que el cuerpo regule su temperatura, dificultando, por tanto, el sueño.

Sueño y Salud

Existe una relación muy importante entre el sueño y la salud. En la infancia, la hormona del crecimiento alcanza su pico máximo durante las noches. Además, el sueño ayuda a consolidar procesos de aprendizaje y memoria (especialmente durante la fase REM). Se ha encontrado que no poder dormir bien está asociado con mayores tasas de obesidad, diabetes y problemas mentales. Entre los problemas más frecuentes relacionados con el sueño, se encuentra el insomnio. Entre el 39% y el 40% de la población presenta problemas de insomnio, especialmente desde el confinamiento por COVID-19. Esto se debe a la pérdida de rutina y a una mayor exposición a dispositivos electrónicos durante el mismo. Hay diferentes tipos de insomnio: insomnio de inicio (dificultades para conciliar el sueño), de mantenimiento (caracterizado por un número elevado de despertares) y despertar precoz (nos levantamos de madrugada sin poder volver a conciliar el sueño). Ante estas situaciones podemos buscar un tratamiento. Entre las diferentes opciones, la terapia cognitivo conductual se considera la primera opción de tratamiento. Otras opciones que están dando resultados prometedores son las terapias de tercera generación, como el Mindfulness. Por último, el uso prescrito de melatonina por un doctor ha resultado útil en estos casos, ya que solamente la de las farmacias es la que ha demostrado evidencia científico en sus resultados, siempre acompañada de un correcto uso de pautas de higiene del sueño.

Agradecemos a Anjana y a los asistentes que nos acompañaron en la velada lo aprendido y disfrutado en esta ocasión. Invitamos al público al próximo reencuentro, “El amor no es un cuento de hadas”, en el que la directora de CIPSA, Ángela Carrera Camuesco, entrevistará a Marta Arasanz Roche. Este reencuentro tendrá lugar el miércoles 31 de mayo, a las 20:30 horas, en el Salón Laredo del Hotel Bahía.


Jaime Hazas, Laura Mansell y Ainhoa Santesteban
Psicólogas en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA

 

 

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